Thursday, July 23, 2009

Todo el que tiene alas, está hecho para volar

Yo también quisiera tener alas,
y escaparme de esta jaula de pájaro.

Irme lejos después de arrancarme ésta piel,
confundirme entre el olvido y el silencio,
entre los días, la vida, las risas... yo qué sé.

Con mis manos hechas plumas volaría lejos,
pese al llanto y las heridas, no voltearía,
quisiera arrebatarle la altivez al viento
y llenarme de color azul los ojos.

Y las penas, siempre mías también las volaría,
desearía tanto volar a pesar del miedo,
aunque no soy pájaro hoy deseo arrancarle su silencio al cielo,
y que nada sea primero, que estas ganas de extender las alas.

II

Allá en donde no hay más que esta soledad se encuentra la promesa perdida de las sonrisas y la hermosa mirada de la esperanza;
Allá en donde el tiempo no cuenta, ni el ser se parece a las multitudes cronometrizadas.

Expiación del ser, camino de luz perdido,
en donde los pasos no tienen nada que ver con las huellas ya pisadas;
En donde los momentos no hablan de minutos sino de inspiraciones,
y el amor no te invita a poseer sino a compartir las sensaciones e intercambiar miradas, letras, sueños y el amanecer… el amanecer inspira a recubrir de amor lo que rodea al alma.

Realidades con los ojos abiertos, realidades con los ojos cerrados,
y ésta fotografía de vida ahora parece tan cegadora y extraña;
En donde no existe una versión absoluta, ni simultánea,
allá en donde comulgan alma, espíritu, pasión, lucha, en donde todo puede ser nada.

Y tirarse al precipicio no es apostar a caer en lo hondo,
y la muerte no termina con la vida sino que la marca,
hay momentos que al dejarnos morir la brisa nos cae de golpe para sentirlo todo,
y al abrir las alas no se pierde lo empuñado en las garras,
sino que se inunda de aire el espacio y se reviste el tacto con silencios.

Promesa de instinto, de animal sagrado, de hombre cansado, de mujeres y niños,
hay que amarlo todo para entender por qué se aloja en nuestra morada,
pues cada respiración de un ser vivo está vinculada con la mañana.

Llámale vida, llámale hogar, es más intensa que la misma patria,
allá de donde pertenecemos y un día fuimos expulsados,
a donde todos soñamos con volver por alguna vía,
en alguna mañana

Paz
Alba Calderón

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